Más de la mitad de las especies que se conocen en Europa están en Galicia.
La Xunta lo sabe pero no ha movido un dedo. La única colonia reproductora que hay en Galicia de Myotis bechsteinii se encuentra amenazada. La presencia en la comunidad de este murciélago ratonero forestal se reduce a una carballeira vieja entre las parroquias de Cela e Ermelo, en Bueu. Sobre esta familia de mamíferos voladores se cierne el proyecto de un polígono industrial que, como siempre pasa con estas cosas, sólo está pendiente de la voluntad política para tomar tierra. Este verano, una parte del bosque fue talada. Y el único equipo de investigadores que se dedica en Galicia al estudio de los murciélagos, Drosera, de Lugo, alertó del peligro a Medio Ambiente. "Si fuera el oso pardo, ya se habría movilizado toda la Administración", protesta Roberto Hermida, coordinador del grupo que desde hace tres años elabora el primer atlas de colonias de murciélagos de Galicia. Este trabajo (morcegosdegalicia.org), que esperan completar en formato digital a finales de 2009, ha revelado que aquí están presentes más de la mitad de las especies que se conocen en Europa.
Desde el siglo XIX se creía que en la comunidad había 19 especies de murciélago, porque se citaba un tipo que en una ocasión se había avistado en Ferrol. Ahora, este quiróptero no se ha encontrado. Probablemente hace dos siglos lo confundieron con otro parecido. Pero, a cambio, se han identificado cinco más. De 18 tipos seguros que existían hace tres años, se ha pasado a 23. Y puede ser que haya más. El lugar de Galicia con más diversidad y más cantidad de murciélagos es O Courel. Allí hay 20 tipos, e incluso se ha logrado capturar un ejemplar de Myotis alcathoe, una especie que la ciencia todavía descubrió en el año 2001. Desde entonces, sólo se ha conseguido ver en tres sitios de España.
En variedad, a O Courel le siguen O Morrazo y el cañón del río Navia entre A Fonsagrada y Negueira de Muñiz. Pero los murciélagos están por todas partes, y no son raras las colonias urbanas, que se hacen fuertes bajo los tejados de los edificios. El murciélago común (Pipistrellus pipistrellus) se encuentra en cualquier lugar. Pero hay otros que van unidos a un tipo de paisaje concreto, como el pigmeo (Pipistrellus pygmaeus), que vive en árboles de ribera de tres valles de Lugo.
En los castañares centenarios de O Courel mora, tan amenazado como los propios castaños, el desconocido Nyctalus leisleri. Y en el Este de Galicia, generalmente ligado a zonas montañosas y frías, se encuentra el Hypsugo savii, inconfundible porque tiene el pelo muy largo. Los murciélagos de bosque viven bajo las cortezas de los árboles o en los agujeros que fabrican los pájaros carpinteros, que les garantizan temperatura y humedad constantes durante su letargo del invierno.
Hasta que los de Drosera se preocuparon por ellos, estos mamíferos con mala prensa pasaban desapercibidos incluso para los ecologistas. Y esto pese a que todas las especies de quirópteros están citadas en la Directiva Hábitat como animales que es necesario proteger en Europa. El número de murciélagos que hay en la comunidad aún se desconoce. Lo que se sabe es que hay colonias de algunas especies que llegan a los 3.000 individuos adultos. Estas multitudes se topan siempre en las cuevas o en las minas abandonadas, donde habita el Miniopterus schreibersii. Hermida reivindica algún tipo de protección para las cavidades donde estos animales viven. "Es algo urgente", advierte.
La asociación Drosera, en total cinco personas (vacunadas contra la rabia, por eso de los mordiscos), trabaja con recursos propios y con subvenciones puntuales para cada uno de sus proyectos. La Xunta ayuda en el tema del atlas, mientras que la Fundación Biodiversidad y Reganosa apoyan la elaboración de un inventario de los murciélagos de las Fragas do Eume, y Caixa Catalunya financia un plan de conservación de colonias mediante custodia.
Cada especie es un mundo, pero algunas se parecen tanto que hay que mandar muestras de ADN a Doñana para identificarlas. En Galicia hay animales espectaculares como los orejudos (del género Plecotus) y los llamados de herradura (Rhinolophus) por la forma de su nariz, con la que emiten un ultrasonido único entre los quirópteros. El murciélago rabudo (Tadarida teniotis) vuela a 2.000 metros de altura. Para cazar, eso sí, baja como todos hasta los 70 metros. Y ahí se estrella con las aspas de los parques eólicos.
SILVIA R. PONTEVEDRA - Santiago
EL PAÍS - 07-03-2009